Ya en el pasado se intentó consolidar una asociación entre los arqueólogos de este país, pero por distintas razones, históricas, políticas y personales, esa asociación inicial se escindió en otras dos que se confrontaron hasta la virtual extinción.
Habiendo transcurrido casi treinta años desde aquellas primeras experiencias y ante las nuevas realidades del país, expresadas en la ley de patrimonio cultural y en la recién aprobada ley de cultura, ha resultado en que un grupo de jóvenes arqueólogos venezolanos sintamos la necesidad de organizarnos bajo la figura de una nueva asociación, que tenga objetivos claros, precisos, y que así mismo nos represente como gremio ante el Estado venezolano y ante la sociedad civil. La constitución de todos como una unidad académica, permitiría la cohesión para defender nuestros derechos y definir deberes, además de brindar asesorías en casos que impliquen la experticia en el campo de la arqueología.
Por todo lo mencionado, nuestra propuesta inicial es establecer un piso firme que permita el desarrollo profesional de los arqueólogos y arqueólogas del país sin heredar vicios del pasado o enfrentamientos personales que no han servido sino para distanciarnos como profesionales y para hacer más endeble nuestra práctica frente otros sectores del saber académico. La academia se construye en base a la divergencia de opiniones y jamás esto ha de fracturarla, por el contrario, la enriquece, coloca nuevas ideas sobre el tapete y construye nuevos caminos para el proceso investigativo. Diverjamos, discrepemos y discutamos, pero siempre dentro de los límites de aquello que nos ha hecho converger: el saber arqueológico.
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